Cuando nos contactaron, esta piscina estaba anticuada: perdía agua, su consumo eléctrico era excesivo y requería numerosos químicos para mantener la higiene (cloro).
La transformación es notable: el agua de la nueva piscina es pura y natural, la componen materiales nobles como la piedra o la madera y resulta altamente eficiente.
El resultado es una piscina encantadora, un lugar que aporta frescor y bienestar a las personas que la disfrutan. Por ejemplo, la nieta de 4 años, que pasa horas jugando y chapoteando en el agua sin los típicos problemas que produce el cloro en la piel y los ojos.